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“Me levanto, me sacudo y sigo adelante”

Actualizado: 15 ene 2022


En la medida en que yo como ser humano he ido cumpliendo años, es decir, lo que algunos llaman “madurando” he pasado como todos, por diferentes etapas o experiencias: maravillosas, buenas, regulares y malas, cada una a su manera ha venido cargada de muchas emociones en las que me ha tocado: “caer, levantarme y seguir.”


Por muchas de esas experiencias pasadas, algunos de los que me conocen suelen decir que soy una: “mujer fuerte”, de esas que saben lo que quieren y lo logran, que soy dura porque lo aguanto todo. Los más allegados comentan que soy: maravillosa, sincera, responsable, amable y cariñosa, con una calidad humana increíble (algo que he escuchado recientemente), noble, fuerte, decidida, “un pan dulce” dijo una vez una hermana de esas que te da la vida. La verdad es que me siento muy afortunada por escuchar todo eso, ¡gracias!


Ahora, si me preguntas a mí, simplemente me considero “una mujer con suerte”, que cuando me encuentro con un obstáculo: dejo de lado el problema y hago foco en lograr la mejor solución, y te juro que por arte de magia lo logro, imagínate como será que una vez alguien muy cercano en ese momento me dijo: “Oye, todo lo que deseas se te cumple, ¿Cómo haces? ¿Pide algo para mí a ver si así se me cumple?” bueno, realmente no es tan fácil, en ese tiempo yo no sabía lo que hacía para lograr tantas cosas maravillosas.


Simplemente cuando quería cumplir una meta, estructuraba los pasos que se requerirían para cumplirla y los ejecutaba, uno a uno hasta llegar a la meta. Sí por el contrario lo que necesitaba era sanar alguna herida que me hiciera caer yo solía decir que soy de la que “se levanta, se sacude y sigue adelante.


Bien, hace unos pocos meses, sí, en plena Pandemia (Coronavirus, COVID o como quieras llamar a este tema mundial que nos ha mandado al psicólogo a todos, y al que no ha ido aún, por favor ¡vaya! el cerebro es un órgano como cualquiera y también se enferma), el caso es que, en medio de ella, me di cuenta de que yo sin saberlo llevo poco menos de 5 años aprendiendo a quererme.


¿Cómo? Te cuento…

Todo comenzó cuando me subí a báscula y casi me muero al ver lo descuidada que estaba, ahí comenzó la meta de bajar de peso, realmente eran demasiados kilos para mi metro poco más del “y medio” de altura. El paso a paso no fue nada del otro mundo, leer mucho sobre qué comer y que podía o no afectar a mi organismo, que cosas me caían bien y no me hacían subir de peso y que definitivamente no podía seguir comiendo, contar calorías, mejorar las porciones y balancear, cuanto ejercicio debía o podía hacer para aumentar la velocidad de la quema de grasa y por consecuencia la bajada del montón de kilos, en fin, nada que no hayas escuchado en redes sociales con tanto “influencer” hablando del tema.

Mientras iba alcanzando la meta y cada día me veía más delgada, vinieron tiempos difíciles para mí: enfrenté situaciones muy dolorosas a nivel personal y uno que otro impasse en lo laboral, luego llegaron algunas repeticiones poco tiempo después y ¿adivinas? Sí, fueron necesarias un par de repeticiones más para que yo pudiera aprender algunas lecciones de vida que debía tener claras.


Te cuento que yo, la mujer fuerte, decidida y bla bla bla (todo lo anterior descrito), a causa de todo lo que me estaba pasando en ese momento, caí en un hoyo negro profundo sin darme cuenta, te puedo decir que aguanté lágrimas, rabia, desilusiones, momentos de angustia, incertidumbre, miedos, dejé de disfrutar de las cosas que usualmente me debieron hacer sonreír. Pero eso sí, nadie se dio cuenta, para mi entorno yo era la misma, siempre feliz, positiva, dando consejos, siendo productiva, simplemente porque al preguntarme como estaba con tal o cual situación que estaba pasando yo les respondía: “Todo bien”.


Una vez me burlé un poco de todo lo que me estaba pasando y publiqué en Facebook una imagen con el texto “Dicen que Dios le manda las peores batallas a los más fuertes” con el copy: “Pues a mí me está confundiendo con Thor” (por mi cabellera rubia – quizás un chiste malo).


Pero por aquello de “sacudirse y seguir adelante” un buen día decidí mandar todo y a todos a la mierda (perdón por el francés) y me concentré en mí, en lo que yo quería, en cómo lo quería y en lo que debía hacer para lograrlo….

Continuará…



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